REMEMBRANZAS DE CORDOBA
"El chateau Carreras" sigue siendo para muchos cordobeses un estadio de fútbol, auque hace tiempo el estadio se llame Mario Alberto Kempes. Sin embargo, su nombre deviene de Carreras por su dueño (Carreras) y Chateau quiere decir “Casa de Campo”.
A fines del siglo XIX , la zona era conocida como Molino Roqué fue construido entre los años 1869 y 1871 por Adolfo Roqué, en las tierras de su propiedad, a la que llamaban como “Bajo de los Ontiveros”, equipado con tres ruedas hidráulicas, muelas de molienda, cernidores y un amplio tendedero.
Fue habilitado en 1872 y su propietario lo explotó hasta el año 1878, en que se lo vendió a la sociedad formada por Enrique Gavier y David Carreras, desde ese entonces la llamaron a la zona , "Molino de Gavier", después "Molino San Javier" y –hasta su expropiación (1972)– "San Jerónimo.
En sus orígenes el predio de la imponente mansión, más bien casco de la estancia, se extendía hasta las barrancas del hoy barrio Cerro de las Rosas por el este; hasta el actual predio del camping municipal General San Martín por el oeste y a El Tropezón (barrio Don Bosco), por el sur
Para muchos, la tranquera de la estancia estaba en lo que hoy llamamos El Tropezón.
De allí, cinco caminos –diseñados como futuras avenidas y denominados como los hijos del matrimonio– se abrían y confluían en el casco.
En 1885, Carreras compró la parte de Gavier y comenzó la configuración del parque y la construcción de esta especie de palacete florentino. David Carreras y Ponce de León era empresario, político y estaba casado con Rosario Gavier.
A mediados de siglo, la familia Carreras se trasladó a la capital del país y la casona quedó prácticamente abandonada.
La propiedad se dividió en dos: Chateau Carreras (54 hectáreas que incluían la mansión) y San Jerónimo (400 hectáreas junto al río).
El Chateau Carreras pasó a Oscar Carreras Gavier, uno de los hijos del dueño original y, tras su muerte (1924), a su viuda: María Luisa Saavedra Zelaya, quien habitaba la casa todos los inviernos.
Así, las instalaciones se mantuvieron en buen estado hasta 1971, año en que falleció María Luisa y pasó a ser propiedad de sus hijos.
Los imponentes muros atesoran una profusa historia que incluye el supuesto enterramiento del tesoro del virrey Sobre Monte como atestiguó Carlos María Carreras Saavedra, uno de los descendientes, al plástico Antonio Seguí.
En la búsqueda de ese botín participaron tres grupos internacionales pero sólo encontraron unas viejas monedas y un sable colonial al derrumbar un túnel., Sobre estos túneles también se hablo y mucho, pero hace un tiempo sabemos que constituyeron un sistemas hidráulicos bien diferenciados.
El 1º es un túnel para llevar agua como fuerza motriz al molino de Don Adolfo Roqué, que corre bajo la barranca del Complejo FERIAR. El 2º túnel, también hidráulico, pero proyectado para el riego de terrenos.
El Suquía alimentaba un lago que los veranos hacía las veces de centro recreativo, a la vez de ser bebedero de animales.
Muchas de las dependencias dan a un patio interno en cuyo perímetro un coqueto brocal denuncia el aljibe. Enfrentadas estaban las habitaciones del numeroso personal destinado al servicio que hoy cumplen otras funciones.
Durante más de dos décadas en el lugar se dictaron los primeros grados del primario que fue fundamental para chicos de la zona.
Por la expropiación, que se pagó en cuotas, el solar quedó abandonado. Uno de los descendientes de la familia, el martillero Manuel Carreras realizó el remate del mobiliario menos el altar de la capilla que ahí funcionaba y se donó a una orden religiosa.
La subasta duró tres días y el castillo quedó vacío durante casi 14 años.
La soledad del entorno y la falta de guardia facilitaron el hurto de objetos de valor como los mármoles de la escalera principal, esculturas, el teléfono de característica "40 Argüello" y otros elementos muy preciados por los anticuarios. Luego llegó el turno de la devastación cuando se arrancaron de cuajo puertas, ventanas y el entablonado.
En 1972 durante el gobierno de facto del general Agustín Lanusse, ocupaba la Gobernación provincial el contraalmirante Guozden a través del cual se ejecutó la expropiación del predio con miras a la construcción de un centro político y administrativo provincial que nunca se concretó.
En 1973, con la vuelta de la democracia y durante la gobernación de Obregón Cano, se intentó crear un centro polideportivo y de exposiciones y, en la casa, un museo.
En cambio, entre 1975 y 1978 –otra vez sin democracia se construyó Fecor y un estadio mundialista.
A su vez, la Municipalidad sistematizó parte de estos terrenos como camping y, en 1979, los designaron parque General San Martín. Entonces no se pensaba en la casona.
Con el tiempo, se pensó como museo, para convertirse en el Centro de Arte Contemporáneo, comenzó a restaurarse en 1987, iniciativa del artista cordobés Antonio Seguí y una fundación -encabezada también por Di Rienzo, Díaz Lucero y Vara- creada para administrarlo.
Por estos días la vieja casona forma parte del “Parque Kempes” que se esta convirtiendo en un lugar de esparcimiento para los vecinos y turista.