"Hazme transparente como fue tu vientre para dar a luz la vida.
Ponme con
tu hijo, Señora del Camino"
Nuestra Señora del Camino, patrona de la Compañía de Jesús y ante quien San Ignacio de Loyola y los otros fundadores de la Compañía oraban en Roma.
Su advocación
ayuda a recordar a todos los jesuitas que son peregrinos, quienes, al igual que
San Ignacio, le piden que les “muestre la vía para llegar al Padre”.
San
Ignacio llama en su libro de los Ejercicios Espirituales a la Virgen María como
“Nuestra Señora”. A ella le encomendó siempre su peregrinar hacia Jesús. Su
oración continua era pedirle “que los pusiera con su Hijo”. Siempre fue una
figura importante en su relación con Dios.
Desde su
convalecencia y conversión en Loyola sintió su presencia: “Estando una noche
despierto, vi claramente una imagen de Nuestra Señora con el Santo Niño Jesús,
con cuya vista por espacio notable recibí consolación muy excesiva”, y el
afecto inmediato fue “un asco de toda mi vida pasada especialmente de cosas de
carne y nunca más tuve ni el menor consentimiento en ello”.
En un
cuaderno las palabras de Cristo las anotaba con tinta roja; las de la Virgen,
con tina azul.
Ya
ordenado sacerdote, San Ignacio dijo su primera misa en la Navidad de 1531 en
el Altar del Pesebre en la Basílica de Santa María la Mayor.
Elegido General de la naciente Compañía de Jesús celebró la Santa Misa en el Altar del Santísimo Sacramento de la Basílica de San Pablo Extramuros frente a una imagen bizantina, en mosaico, de la Virgen María.
Ante esa imagen San Ignacio y sus
compañeros prometieron pobreza, castidad, obediencia y especial obediencia al
Santo Padre. Se considera ese día como el verdadero nacimiento de la Compañía
de Jesús.