domingo, 11 de mayo de 2025

La emoción de un Gendarme al visitar al Papa. Por el Cte Pr (R) D Jorge Atilio Oliva Barros

 

Tcnl D José María Rojas, 
Guerrero de las Invasiones Inglesas, 
de la Independencia Jefe del Parque Militar, 
el ahora R 1 de Artillería

“Brigadier General Tomás Iriarte” 

  LEGIÓN PATRICIOS  DE BUENOS AIRES 

La emoción de un Gendarme al visitar al Papa. 

Mientras la tarde se va durmiendo, acomodo mis pensamientos y, como si estuviera en lo más alto de un enorme buque a vela, observo el horizonte que se presenta ante mis ojos. Pero, es lógico, mi vista es limitada: solo veo una parte del inmenso mar y del inmenso cielo. 

Así, en un sentido figurado, me sitúo entre lo terrenal y aquello que pertenece al universo: Dios y su obra inconmensurable, que incluye la tierra y la vida que la habita, junto a los desvelos, las tragedias, y la esperanza, sostén último de todo ser humano.  

 Trato de analizar todo, pero mi vista es limitada. A la cabeza de mis pensamientos, el mundo que marcha tropezando, el cristianismo, sus líderes y sus seguidores, todos unidos por la fe. Repaso lo reciente: la partida de Jorge Bergoglio, el Papa argentino, “el Papa del fin del mundo” y primer Papa americano, aplaudido con gratitud. Luego, las exequias, el silencio, el respeto, y más tarde una chimenea, humo blanco, y la esperanza que se renueva animando a los creyentes e impulsando sus corazones. Luego del dolor, la alegría. Las claves son la esperanza, y la fe.   

El nuevo Papa, Robert Francis Prevost, León XIV, es el primer Papa agustino y segundo Papa americano. Él ya está en la silla de Pedro. Dios lo ilumine y le dé la fortaleza necesaria para afrontar su muy difícil misión en este complejo planeta tierra. 

Sigo meditando. Viajo en el tiempo y me sitúo en una emoción personal muy grande. Se las ofrezco como testimonio de mi gratitud y de mi eterna esperanza por un mundo mejor. 

Ciudad de Buenos Aires, 11 de diciembre de 1998. 

“Yendo de la cama al living”, y sentado en mi escritorio, vuelvo al texto de ayer, mientras la inspiración me llama. Es casi la hora de levantarme como otros días, solo que hoy es domingo. Frente a mí, la pantalla. Mi regreso a la cama no es prioritario. Releo, descubriendo párrafos que, mejorados, describirán de un mejor modo una emoción que me conmovió para siempre. Y no vuelvo a la cama. Como en el maratón, con entusiasmo, estoy otra vez en carrera. 

Definitivamente me siento frente a la PC. Dejo de lado lo demás, y escribo. No sé hasta dónde llegará esto cuando esté pulido, pero adelanto las ideas centrales mientras mi corazón y la inspiración se unen. 

Regla Nro. 1: en mi vida, como en la de tantas personas, es simplemente “tener fe”. 

Reflexión: “¿qué somos los humanos al lado del cielo, las montañas y los mares?” 

Que Dios nos dé un amigo”. 2 palabras hermosas para un creyente: “Dios” y “amigo”. 

Juan Pablo II: un rostro en el cual se percibe “amor por los demás”. 

Ubicación en tiempo y espacio: noviembre de 1998, Ciudad del Vaticano, Roma, Italia. 

Tema: Visita al Papa Juan Pablo II por parte del Curso “Oficial de Estado Mayor” de la Escuela Superior de Gendarmería en un viaje a Europa. 

Y la frase final: “Me siento tan feliz”, es lo que experimenté aquella jornada memorable.

 

“LA EMOCION DE UN GENDARME AL VISITAR AL PAPA. 

Al intentar transmitir aquello que me ha impresionado en este viaje de estudios por tres países europeos, el encuentro con el Papa Juan Pablo II surge como lo más emocionante y significativo. 

Si bien las visitas a Fuerzas Intermedias afines, monumentos y sitios históricos constituyen un enorme aporte para nuestra formación integral, la experiencia del día 18 de noviembre reviste características sobresalientes, por cuanto hacen a la afirmación de los principios más importantes relacionados con lo espiritual y con la fe. 

Antes de partir, el saber que visitaríamos al Sumo Pontífice, nos entusiasmó sobremanera y fuimos compartiendo esa expectativa con seres queridos y amigos. 

Pero lo que no imaginábamos era que el contexto de esa visita haría aún más impactante la vivencia. 

Así, aquella mañana, al llegar a la Plaza de San Pedro, nos encontramos con contingentes provenientes de todo el mundo que ingresaban a la Basílica apurando el paso, exteriorizando su entusiasmo y alegría. 

Ya en un inmenso salón donde se presentaría el Santo Padre, y merced a las amables gestiones de la Embajada Argentina ante la Santa Sede, tomamos asiento en ubicaciones privilegiadas. Alguien mencionó que los presentes sumábamos miles, todos sentados en sitios gestionados con antelación. 

En medio de una gran expectativa, y portando banderas papales, las delegaciones interpretaban cánticos alusivos, expresando su enorme alegría por estar allí. Luego, la ceremonia se inició con las palabras de sacerdotes en italiano, francés, alemán, español e inglés. A su vez, miles de creyentes preparaban sus cámaras fotográficas y de video. 

Los treinta Gendarmes argentinos, vestidos de uniforme, tratábamos de captar todo, de descubrir, por sus banderas e idiomas, de dónde provenía cada delegación. Había personas mayores, jóvenes, niños, militares, policías, cadetes, sacerdotes, monjas y estudiantes. Entre ellos, muchos enfermos. 

Margaritas amarillas otorgaban un colorido especial al acontecimiento, lo mismo que un grupo musical que sobresalía, alegrando a todos con ritmos muy bien elegidos para la ocasión. 

En lo personal, en esos instantes pensé con quien me hubiera gustado compartir esos bellos momentos, además de mis camaradas. La respuesta fue rápida: me puse de pie dando la espalda al escenario todavía casi vacío, y de frente a los que estaban cerca, busqué una familia y les pedí a los padres que me permitieran fotografiarme con sus pequeños, tratando de perpetuar aquel momento, ya que en ellos veía a mis hijos.  

Esos pequeños desconocidos, con miradas angelicales, sirvieron de contención al emocionado recuerdo de mis seres queridos ausentes. 

De pronto, todo pareció indicar que el sucesor de Pedro se haría presente. Justo enfrente nuestro, y a unos treinta metros, estaba ubicado su sillón, desde donde se dirigiría a todos. 

Lo esperábamos ansiosos. De pronto, su aparición hizo estallar vítores y aplausos, y luego pañuelos y cámaras se alzaban en todo el salón. Caminando con lentitud, con su silueta encorvada, Juan Pablo II buscó el centro del escenario. Se detuvo, se puso de frente a nosotros, levantó su brazo derecho y regalándonos una enorme sonrisa, saludó a todos por igual. 

La multitud soltó sus mayores energías aplaudiendo y vivando al Papa. Los flashes estallaban al unísono, mientras su Santidad tomaba asiento. 

Desde sus micrófonos, los sacerdotes mencionaban a las demás delegaciones presentes, las que, a su vez, a medida que las nombraban, se ponían de pie y a la distancia saludaban al Santo Padre interpretando breves y alegres canciones, en una demostración de amor y gratitud. Luego, Juan Pablo II inició la lectura de su mensaje. 

Observando los rostros cercanos, percibí esperanza, júbilo y emoción. Por un instante nos olvidamos del mundo convulsionado en que vivimos. 

Mientras el Papa hablaba, un traductor para hipoacúsicos se dirigía a su grupo repitiendo el mensaje del Sumo Pontífice. Todos permanecíamos en un respetuoso silencio. 

En muchas manos, entremezclados con las cámaras, había rosarios, medallas, imágenes y fotos que luego serían bendecidas. Su Santidad dedicó la audiencia a los que sufren y a los niños, otorgándoles su especial bendición. 

En determinado momento Juan Pablo II comenzó a enumerar a algunas de las Instituciones presentes. Y así, en su perfecto español, y para nuestra enorme sorpresa, expresó: “Saludo a…Argentina y demás países latinoamericanos, en especial a los Oficiales de la Escuela Superior de la Gendarmería Nacional Argentina, reciban ellos la bendición del Espíritu Santo, para que sean ante Dios, muestra de la renovación del amor”. Nos pusimos inmediatamente de pie y fuimos aplaudidos. El instante fue de emoción profunda. Dejé mi cámara y al igual que mis amigos, aplaudí al Sumo Pontífice, agradeciendo su hermoso gesto. 

Fue un instante de belleza espiritual muy grande en el cual Dios estuvo presente. Sentí orgullo por nuestra Argentina. La sentí más linda que nunca. Agradecí a nuestra Gendarmería. Todo era alegría y emoción. Los rostros lo decían todo.    

Al retornar a mi asiento, medité acerca del significado de la figura del Papa en este mundo nuestro, que se debate entre los sueños, la agitación, el materialismo y la agresividad. Qué representa él para nosotros y para millones que hubieran querido estar en ese instante a nuestro lado. 

Volvimos a alentar al Papa aplaudiendo y alzando pañuelos amarillos con el suave fondo musical de las gaitas que acompañaban las canciones. Esto motivó la reflexión de mi querido hermano, el Segundo Comandante Carlos Omar Rivas (+), quien, con el rostro iluminado, me dijo: “¡Con cuánto esfuerzo habrá llegado esta gente aquí!”. 

El Santo Padre fue concluyendo su mensaje: nos habló de la paz, el hambre, la ecología, y de otros temas. Con sus últimas palabras renacieron los aplausos y las canciones. Se despidió bendiciéndonos y comenzó a dirigirse lenta y trabajosamente hacia la puerta por la que había ingresado. Pero antes de trasponerla, se detuvo, giró despaciosamente su querida figura y mirándonos con la tierna expresión que le conocemos, alzó muy alto ambos brazos, recibiendo una gran ovación, estruendosa y emocionante. Mientras esto pasaba yo recordaba su oportuna mediación en el conflicto con Chile, en 1978/79, y en silencio le agradecí su intervención. 

Ya en el micro, prontos a regresar al hotel, intercambiamos pareceres con otros amigos. A mi lado, los Segundos Comandantes Pablito Irala y Abelito Percara, decían “Ya podemos regresar tranquilos a casa”. Coincidimos en que lo vivido lo había superado todo. 

Antes de partir, una monjita pidió permiso para subir al micro y nos saludó, expresándonos que la había alegrado mucho vernos en la audiencia, haciendo algunas referencias sobre nuestra Patria. 

De regreso, absorto en mis pensamientos, me preguntaba qué sentimientos puede inspirar una persona…alegría, respeto, admiración, amor, esperanza…el Papa no sólo es querido por su carisma y permanente peregrinar por el mundo. Al ser el representante de Dios en la tierra, alienta las esperanzas y los anhelos, e inspira el amor de millones de fieles creyentes, todos agradecidos y necesitados. 

Ya próximos a atravesar el umbral del tercer milenio, vivimos una experiencia muy particular, tremendamente emotiva, que en lo personal me ha llevado, entre otras cosas, a escribir estas líneas, en un intento por atesorar lo vivido y ofrecérselo a todas las personas que respeto, y a nuestra querida Patria, tan necesitada de fe y esperanza. 

Finalmente, más allá de mis deseos personales, expreso mi agradecimiento y reconocimiento – y el de todos- a superiores, camaradas y entidades que, sin ocasionar mayores costos al Estado, organizaron y aportaron su imprescindible cuota de ingenio y esfuerzo para que este viaje, y esta inolvidable vivencia, una visita al Papa Juan Pablo II, fuese realidad. 

Jorge Atilio Oliva Varros
Segundo Comandante
Curso Oficial de Estado Mayor  Ec Sup GN 

 Imagen publicada en la Revista de la Escuela Superior de GN, Nro. 22, de diciembre de 1998. 

                  Antecedentes del escrito y otros datos:

 

Fue publicado en la Revista “Círculo” (Año 1, Nro. 1, Pág. 46/48), del Círculo de GN de mayo de 1999. 

La Audiencia con el Papa Juan Pablo II tuvo lugar el 18 de noviembre de 1998, participando el Curso de “Oficiales de Estado Mayor” de la Escuela Superior de Gendarmería “Gral. de Brigada D Manuel María Calderón”, con 30 Cursantes. 

La delegación estuvo presidida por dos caballeros: el Cte. Gral. D Luis Roberto Remy, y el Director del Instituto, Cte. My. D Roberto Miguel Puccio (+). 

Respecto del Papa Juan Pablo II: 

-        Nació en Polonia, el 18 de mayo de 1920. 

-        Fue elegido Papa el 16 de octubre de 1978. 

-        Fue el único Pontífice que visitó la Argentina 2 veces: en 1982, durante la guerra de Malvinas, y en 1987. 

-        Falleció en Roma el 2 de abril de 2005.

SPREADS SOVEREIGN COMPANY OF LOYOLA

Cte Pr CARLOS GUSTAVO LAVADO ROQUÉ LASCANO
"Doctor of Filosophy in Chistrian Theology"  


PRIMER OFICIAL DE "COMUNICACIONES" 
DIPLOMADO EN "DEFENSA NACIONAL" 
DE LA GENDARMERÍA 
Y ÚNICO PRESIDENTE DE SU CENTRO DE EGRESADOS 


DESCENDIENTE DE GUERREROS Y PRÓCERES DE LA 
INDEPENDENCIA ARGENTINA Y SUDAMERICANA
 

ORACIÓN A SAN IGNACIO DE LOYOLA para pedir protección contra el mal. Orden Militar de Caballería Ligera del Papa de San Ignacio de Loyola (Cuerpo Socorro Argentino)

MIEMBRO DE LA LEGIÓN DE PATRICIOS DESDE 3 DE AGOSTO DE 2012 S.E. EL PRIOR GENERAL DE LA ORDEN   SCOUTER     San Ignacio de Loyola fue ...