martes, 20 de enero de 2009

Mons. Aguer miembro del Consejo Pontificio para la Cultura


La Plata (Buenos Aires), 20document.write(meses(1));Ene. 09 (AICA)

Monseñor Héctor Aguer
Arzobispo de La Plata
La curia arzobispal platense informó que el sábado 17 de enero el Santo Padre Benedicto XVI nombró miembro del Consejo Pontificio para la Cultura a monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata, y presidente de la Comisión para la Educación Católica de la Conferencia Episcopal Argentina.
Junto con él fueron designados también siete cardenales: Jorge Liberato Urosa (Caracas, Venezuela), Telesphore Placidus Toppo (Ranchi, India), Jean-Pierre Ricard (Bordeaux, Francia); Pétér Érdo, (Esztergom-Budapest, Hungría), Angelo Scola, patriarca de Venecia (Italia), Daniel N. DiNardo (Galveston-Houston, Estados Unidos), y Théodore-Adrien Sarr (Dakar, Senegal). Además, monseñor Charles Maung Bo, arzobispo de Yangon (Myanmar); monseñor Gerhard Ludwig Müller, obispo de Regensburg (Alemania); y monseñor Willem Jacobus Eijk, obispo de Utrecht (Países Bajos).
Monseñor Aguer, porteño de 65 años, agrega así un sexto nombramiento en la Curia Vaticana, ya que además es miembro del Consejo Pontificio de Justicia y Paz; consejero de la Comisión Pontificia para América Latina (CAL); miembro de la Comisión Pontificia para los Bienes Culturales de la Iglesia; membro del Consejo Internacional para la Catequesis, y académico honorario de la Academia Pontificia Santo Tomás de Aquino.
Fue elegido obispo auxiliar de Buenos Aires por Juan Pablo II el 26 de febrero de 1992 y ordenado obispo el 4 de abril de ese año por el cardenal Antonio Quarracino. Promovido a arzobispo coadjutor de La Plata el 26 de junio de 1998, inició su ministerio pastoral, por sucesión, como séptimo arzobispo de La Plata el 12 de junio de 2000.
Consejo Pontificio de la CulturaEl origen del Consejo Pontificio de la Cultura (“Pontificium Consilium de Cultura”), se remonta al Concilio Vaticano II. El Concilio, en efecto, destacó –dedicándole toda una sección de la constitución pastoral “Gaudium et Spes”–, la importancia fundamental de la cultura para el pleno desarrollo del hombre, los múltiples vínculos que existen entre el mensaje salvífico y la cultura, y el mutuo enriquecimiento entre la Iglesia y las culturas en la comunión histórica con las diversas civilizaciones (“Gaudium et Spes”, 53-62).
Pablo VI, recogiendo el fruto de los trabajos de la Asamblea del Sínodo de los Obispos sobre la evangelización, celebrado en otoño de 1974, escribió: "El Evangelio, y por tanto la evangelización, no se identifican ciertamente con la cultura, y son independientes respecto de todas las culturas. Sin embargo, el Reino que el Evangelio anuncia, es vivido por hombres profundamente ligados a una cultura, y la construcción del Reino debe necesariamente servirse de los elementos de la cultura y de las culturas humanas. Independiente frente a las culturas, el Evangelio y la evangelización no son necesariamente incompatibles con ellas, sino capaces de impregnarlas a todas, sin sujetarse a ninguna" (“Evangelii Nuntiandi”, n. 20).
Haciendo acopio del rico legado de Pablo VI, del Concilio Vaticano II y del Sínodo de los Obispos, Juan Pablo II creó en 1982 el Consejo Pontificio para la Cultura (Carta autógrafa al Cardenal Secretario de Estado, 20 mayo 1982).
Con la Carta Apostólica en forma de “Motu proprio ‘Inde a Pontificatus”, del 25 de marzo de 1993, Juan Pablo II unió el Consejo Pontificio para el Diálogo con los No-creyentes (fundado en 1965 por Pablo VI) con el Consejo Pontificio para la Cultura, para formar un único organismo que lleva el nombre de Consejo Pontificio de la Cultura.

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