"Aunque huyan de la ciudad al campo, de la calle a sus mansiones, o
se escondan en lugares ocultos, allí le seguirán sus culpas y sus penas.
Quedarán en la soledad de sus habitaciones, con todo el lujo amontonado.
Pero no tendrán lugar donde huir de su propia conciencia. El reproche interior
les señalará la repugnacia de su conducta, lo nauseabundo de sus traiciones y
el vacío de una vida interior miserable, repudiada por todos" (San
Agustín- año 375)